Es innegable que las tecnologías digitales están transformando de modo radical la academia, nuestra cultura, nuestra manera de relacionarnos, nuestra visión de mundo.
Por ello, una educación pertinente debe estar orientada a preparar a los maestros y estudiantes para un proceso de aprendizaje continuo y las tecnologías de la información y las comunicaciones facilitan estos aprendizajes.
Algunos ejemplos de que la academia está cambiando lo podemos evidenciar en el incremento de las aulas virtuales o educación en línea, son entornos a través de los cuales se dan procesos efectivos de enseñanza y aprendizaje a amplios sectores de la población.
Otro ejemplo de este cambio es que el profesor ya no es la única fuente de información y sabiduría y los estudiantes unos simples receptores pasivos. Ahora es diferente. El estudiante se ha convertido en un interlocutor válido que confronta e interpela al maestro con argumentos sólidos pues tiene a su alcance toda la información en las redes informáticas. Cualquier estudiante, utilizando la Internet, puede conseguir información que el profesor tardará tres clases para dársela.
Y por último, algo que está cambiando somos los maestros. En la manera en que estamos abordando el conocimiento y en la manera en que estamos liderando procesos significantes para los estudiantes porque estamos presentándoles propuestas creativas, innovadoras donde ellos son los reales protagonistas y nosotros simples mediadores.